Si lleváis tiempo por aquí (o instagram) sabréis que si algo me gusta, es darle una segunda vida a las cosas, repararlas o buscarles un nuevo uso. Esto tiene su parte mala, mi diógenes creativa hace que tenga una habitación del pánico en mi casa llena de trastos «por si» y lo mismo en el almacén de la tienda… Casi todo tiene una posible utilidad, así que es digno de ser guardado para un futuro proyecto.
Como sabéis, llevo tiempo con la reforma de un piso que os voy enseñando por stories y si algo tiene este proyecto, son cosas recicladas ♥ Pero ese tema da para unas cuantas publicaciones y tutoriales, así que más adelante ya os iré contando con mas detalle.
Hoy os traigo una maravilla de proyecto que tenía guardado desde hace mucho tiempo, pero como tenía el blog abandonado, pues se quedó en el tintero. Lo que más me gusta es que los dueños, la interiorista Larissa van Seumeren y su marido, la compraron en ruinas porque se enamoraron de ella y supieron verle su potencial. Se tomaron 2 largos años para reformarla, adaptarla al nuevo uso de vivienda familiar moderna y funcional, pero preocupándose por mantener el carácter de la antigua granja.
Para ello, mantuvieron la antigua estructura de madera, reciclaron materiales de construcción, tablones de madera, ladrillo, azulejos y con ellos crearon nuevos espacios con carácter propio. A veces no hay que dejar las cosas como están por el simple hecho de conservarlas, se pueden transformar en diseños nuevos con materiales reciclados. Cuando veáis las fotos, entenderéis mejor a que me refiero.
Preocupados por la sostenibilidad de la vivienda, tienen un colector de agua de lluvia que se filtra y se usa en los baños. Las paredes son transpirables, realizadas con arcilla natural y coloreadas con pinturas al agua, libres de tóxicos. Los materiales nuevos, empleados para compartimentar los espacios, son tableros de OSB (tableros de virutas de madera encoladas) que dejan en ocasiones a la vista y le da un toque actual a la vivienda.
A la hora de escoger el mobiliario y la decoración siguieron la misma dinámica, muebles que ya tenían, antiguas reliquias encontradas en mercadillos y tiendas de segunda mano. También obras de artistas y artesanos locales.
Puede que esto suene un poco raro, pero estoy convencida de que los muebles antiguos van siempre cargados de buena energía y llevan el alma de quien los construye con sus propias manos.
El resultado, puede que no les guste a todo el mundo. Pero desde luego han conseguido una casa única y personal en la que cada rincón cuenta una historia, de la granja o de sus vidas. Y creo que ya sólo por eso, este tipo de proyectos me enamoran.
Os dejo con el reportaje y después contadme que os ha parecido en los comentarios 😉
¿Qué os ha parecido? Yo sueño con el día que pueda comprarme una casa o edificio en ruinas y recuperarlo. Cuando vivía en Valencia, había un par de fabricas y casas abandonas que me ponían ojitos cuando bajaba al pueblo ♥ Quizás, algún día… quién sabe!
¿Qué haríais vosotros? ¿Preferís obra nueva y disfrutarlo desde el primer dia? ¿O sois de los que disfrutáis más del proceso?
Contadme que este tema me rechifla y feliz martes!
Verónica says
La granja holandesa es una pasada,quien pudiera encontrar y reformar algo así…y con terreno para los felinos…u otros animales
Gracias por compartir.
Lydia says
Siii, estaría muy guay tener una casa así con terreno para animalitos 🙂